viernes, 4 de febrero de 2005

Un breve nirvana

Estoy convencido de que si uno es capaz de repetir un rito consistente en frecuentar un mismo lugar, evocar unas mismas sensaciones y a través de ellas unirse a un momento anterior, se puede romper el tiempo. Porque ese momento no es sólo ése, sino el anterior, y el que vendrá, unidos por un punto: mi sensación y yo. Si nada más soy ese momento, sin otra circunstancia que el espacio físico y mi corporeidad y emocionalidad enlazados, pierde sentido toda percepción de cambio, de deterioro, de abandono. En ese segundo climático se es simplemente: no sólo un recuerdo, no sólo un presente, no sólo un presagio, sino todo a la vez. Es la nada desbordando las horas, el frío, la materialidad. La materia (mi cuerpo, el lugar, la sensación) es el medio para alcanzar ese punto. Ya logrado, también son inundados por la nada. Esa nada es la plenitud. Un breve nirvana.