jueves, 30 de noviembre de 2006

Creación, dulce epitafio

Hay pocas formas de superar el estancamiento que supone vivir en la desadaptación, en el dolor o la neurosis. La alienación es el signo de los tiempos pero, como toda experiencia, también es una posibilidad. Divisarla a simple vista no es fácil. En la decadencia diaria, muchos terminamos aferrándonos a lo primero que lanzan las circunstancias para lograr la salvación. A veces a recursos espurios: hay quienes se enorgullecen de sus automóviles, de sus viajes, de sus lujos, de toda la superficialidad que el sistema brinda a destajo para tapar los orificios que produce su propia vacuidad. Otros resucitan antiguos fantasmas, reinventan viejas mitologías, otros a la religión y al dios cuyo cadáver aún flota en la absinta decimonónica. Pero hay un sólo recurso que merece unas palabras: la creación.

En mi opinión la vida no tiene sentido[1]. Y ante semejante aserto no hay ninguna salida ya que la muerte no es tampoco una respuesta. Oscura paradoja. Como decía Cioran “sólo se suicidan los optimistas, los optimistas que ya no logran serlo. Los demás, no teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir?”. Pero curiosamente el sinsentido es de tal entidad que busca una manifestación con apariencia de sentido, que lo expone, lo desnuda, lo atraviesa. Y esa experiencia, ese abrazo al vacío es la creación[2]. Nada pone en evidencia la tragedia humana: que el dolor siga manifestándose, que la belleza y lo conmovedor esté engarzado a lo finito, a lo mortal, y no obstante sigue reproduciéndose. Esa tragedia sólo sigue siendo posible con la vida y su destino ineludible. La creación en sí misma lograr aguijonear lo vano de toda certidumbre. La creación es el más sabroso pan de la vida y de la humanidad. La creación que es sinónimo de amor y entrega, que sabiéndose inútil e intrascendente, es capaz de soportar el mareo ante el abismo. No hay lugar a dudas: la vida siempre engendra más vida. Sólo en la creación artística, social, humana, en la lucha interna y externa por proyectarla es posible superar el estancamiento. El pesimismo no debe ser capaz de desbordarnos porque sería negar la paradoja. La contradicción es la razón. El choque es su lema.

Sólo la actividad creadora merece unas palabras para admirarla porque nos pone contra nuestros propios cuerpos muertos. Y la mejor manera de perpetuarla es no sucumbir ante el odio. Odiar es rendirse, es huir, es someterse. Contra el odio se libra una lucha a muerte día tras día[3]. Porque el hombre no es bueno ni malo sino contradictorio[4]. Los pesimistas dicen que el mundo es una mierda para justificar su propia decadencia. No: el mundo es la mierda que hemos construido y no tenemos por qué convertirnos en sus moscas. Allí reside la paradoja y la tragedia, las melodías de ese canto que es épico: luchar por la vida aunque sepamos que vamos a morir.



[1] Dicho de otro modo, no creo que exista un sentido trascendente de la vida humana. También creo que el sentido personal es falso, aunque pueda resultar terapéuticamente recomendado encontrarlo (en eso se basa la logoterapia).

[2] Puede parecer incoherente, por eso hablo de una apariencia de sentido. Es más bien una manifestación de la vida, no un sentido. Darle el carácter de sentido sería contaminar la actividad creadora con el deseo de un fin, volverlo la excusa de un propósito aún mayor, reduciendo sus potencialidades. No quiero aludir con ello a la vieja postura del "arte por el arte" sino al deseo de desligarlo del desesperado afán de sentido (casi siempre utilitario) que limita a la hora de crear. Por otra parte el concepto de creación merece una aclaración que espero hacerla en otro texto.

[3] El odio es el hijo indeseado del dolor. Es el sentimiento terrible del rencor y la destrucción. Siempre es un sentimiento autodestructivo y que peregrina a diario hasta las puertas de nuestra ermita.

[4] El carácter contradictorio del hombre no obsta a que intentemos superar su faceta destructiva, que si bien no cederá en su totalidad (la perfección no es cualidad humana) si puede serlo en alto grado. No puede ser usada como excusa (como lo es la afirmación de que los hombres son malos por naturaleza) para continuar con formas inhumanas y destructivas de relacionarnos. Tampoco para eludir una discusión sobre el hombre y su “naturaleza”.

viernes, 24 de noviembre de 2006

El enano


Nota: Este cuento lo escribí hace unos siete años. Con él obtuve el segundo lugar en un concurso de cuentos organizado por la Dirección de Servicios Estudiantiles de la Universidad de Concepción el año 2003.

Cuando se bajó la vieja que iba en el primer asiento, el chofer subió el volumen de la radio. Una cumbia pegajosa invadió todo el microbús. Entonces el enano no resistió más. No bastaba mirarla por el espejo del chofer, tenía que asomarse a verla de frente, por lo que se paró sobre el asiento y con los brazos apoyados en el respaldo llamó a la muchacha que iba sentada dos puestos mas atrás. Eran los únicos pasajeros que quedaban.

- Ven, ven un ratito. Te voy a dar algo.

La joven sonrojada ante el llamado no atinó a nada. Permaneció un momento mas en su asiento, pero cuando el enano hizo un ademán de bajarse del asiento y dirigirse hacia ella, quiso ir hacia donde estaba el chofer, pero el enano rápidamente se interpuso en su camino abriendo sus brazos.

- ¡Adonde quiere ir, mi reina!

La muchacha atemorizada corrió hacia la puerta trasera del autobús y tocó el timbre para avisar al chofer, pero éste entonando sus cumbias no le oyó.

- ¡La puerta!- gritó mientras golpeaba la puerta con las manos.

El chofer entonces bajó el volumen de la radio y frenó violentamente. El enano rodó por el pasillo del autobús, pero al instante se puso de pie y corrió tras la joven, la que de un salto bajó del vehículo. El autobús partió de pronto y el enano decidido se lanzó por la puerta, como un verdadero superman, golpeándose fuertemente al caer contra el pavimento.

La muchacha que escapaba corriendo escuchó el impacto y se detuvo. Al observar un bulto botado en la calle se acercó y vio al enano agonizando que gemía como si tratara de decir algo. Con temor lentamente se aproximó más aun y se arrodilló junto a él. El enano con dificultad movió su cabeza destruida para mirar el rostro de ella que apenas se notaba por su largo cabello, sus piernas desnudas, su minifalda que al arrodillarse dejaba ver mucho mas que las rodillas. Con esfuerzo estiró su corto brazo hacia ella, la que creía que él le daría la mano. Sin embargo, la mano del enano no pudo resistir la tentación escondida entre esas piernas, y la muchacha gritó, viéndolo morir cuando su cara parecía soltar una sonrisa.

sábado, 30 de septiembre de 2006

Campaña por la Inutilidad

La Vanguardia Antiutilitarista por el Goce, la Ociosidad y la Subversión (V.A.G.O.S.) de la cuál soy el vocero, por decisión “unánime” de su consejo, cuyo único integrante aún vivo soy yo (los demás cayeron en combate), ha decidido emprender una escalada violenta contra el sistema, que ha agudizado su marca mercantilista inundando lo humano y lo divino. Esta escalada, que para atrapar la atención de los moderados también hemos llamado “Campaña por la inutilidad” , espera que quienes estén hartos del mercantilismo, la deshumanización y el pesimismo de diversos sectores interesados y compensados que le hacen el juego a los monopolios de chupasangres que nos chantajean, se sumen al esfuerzo de nuestro grupo para demoler desde sus cimientos este sistema.
Este sistema profita de una cultura del trabajo o más bien, de una cultura de “trabajólicos”, siguiendo las viejas enseñanzas protestantes del culto al trabajo (léase de Max Weber “La ética protestante y el espíritu de capitalismo”) cuyas consecuencias malignas se manifiestan en pérdida de vida familiar, de momento de descanso, esparcimiento y reflexión, de tiempo para amar y regalonear. Ante ello predicamos la realización consciente y revolucionaria de actos inútiles, gestos disarmónicos destinados a interrumpir, aunque sea por momentos, la corriente del mercado que arrastra todo y a todos. Por actos inútiles entendemos aquellos gestos o comportamientos que no persiguen un fin mercantil o utilitario directo, eso es, que no se hacen por plata o para obtener una retribución en bienes o servicios. Entendemos que aún tras gestos en principios gratuitos finalmente el donante o voluntario recibe una satisfacción o retribución, una compensación sicológica, un aminoramiento de su sentimiento de culpa u otros modos de autosatisfacción, y que eso puede ser visto por los pesimistas como otra faceta del mercantilismo (podrían pensar, por ejemplo, que a través de esos medios se evita una visita al psicólogo, y eso es plata a fin de cuenta). Sin embargo, los que acá destacamos son aquellos actos que nacen sin mayor planificación y fuera de toda labor de propaganda mediática (cuantas campañas “voluntarias” no pasan de ser burdos lavados de imagen) ya que nuestra rebeldía pasa precisamente por escapar a la desesperada necesidad de sentido o utilidad, por lo que especialmente rehuimos ser parte de la cadena productiva (que es lo que pretende hoy darle sentido a todas las cosas, y también al ser humano: sólo valemos por lo que producimos).
Basta con estas palabras para echar a andar esta campaña. Porque, conviene aclarar, además de ser un grupo antiutilitario somos reacios al pseudointelectualismo. No se tome esto a mal, no queremos en esto parecernos a los neoliberales que alimentan con su antiintelectualismo sus facetas “simpaticonas” y populistas. Es más bien un rechazo a la teorización vacua. En otras palabras, leemos, tomamos algo de aquí y de allá, trazamos algunas líneas y seguimos, no nos quedamos pegados, somos inútiles ante y para todo. Pensamos ( quizá es un consuelo) como Neruda “Libro, cuando te cierro / abro la vida...” (si, es contradictorio que nos apartemos de los libros citándolos, pero asumimos de antemano esas contradicciones pues son ellas las que nos impulsan a ser cada día más inútiles, más contradictorios. Walt Whitman decía: “¿Que yo me contradigo?./ Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué?/ (Yo soy inmenso, contengo multitudes.)”).
Ya, me aparte del punto central por hablar huevadas (mis compañeros vendrán a penarme por esto). Para finalizar, y a modo de ejemplo, incitamos a realizar actos como los siguientes:

  • Abrazar a la / el primero que se cruce en el camino
  • Dar un beso a nuestros seres queridos antes de cada comida
  • Escribir un poema
  • Caminar para atrás para llegar más rápido
  • Sentarse en una banca de una plaza esperando la noche
  • Amar, en todos los sentidos, en todas direcciones
  • Tomar un microbús cualquiera sin importar el recorrido ni su destino
  • Creer en Dios
  • Plantar un libro, escribir un hijo, tener un árbol
  • Mirar horas y horas a través de las ventanas.
  • Dárselas de filosofo en estado de ebriedad
  • Escribir en un blog
  • Dar las gracias, saludar afectuosamente
  • Calentar la sopa y no tomársela
  • No creer en Dios
  • Apagar la tele antes que ella lo apague a uno
  • Dar una patada en el culo a los tontos graves (autopatada en su caso)

¡¡VIVA LA REVOLUCION DE LOS INÚTILES!!

Subcomandante Andrés

martes, 19 de septiembre de 2006

Patéticos Amaneceres

Nueva versión de mi página "Patéticos Amaneceres"

Mis poemas en pdf

Estos poemas los escribí entre los años 2000 y 2005. No están unidos temáticamente, son poemas dispersos, simples lagunas de introspección sin mayores pretensiones. Lo une un método quizá, una búsqueda común. Pero nada más.
No son, pues, más que testimonios. Son la historia fragmentada de un proceso. Una historia balbuceada por el condenado, casi una confesión. Un juicio en que el Inquisidor impuso sus penas apenas comenzada: gran parte del proceso es tan sólo un simulacro.
Las audiencias nocturnas (inútil lugar de la defensa) se prolongan por años. El martillo de cierre es un rayo de luz, dónde los amaneceres atestiguan el fracaso.
Una falsa oscuridad atraviesa estos trece poemas. Desnudarse es un acto de valentía doloroso y siniestro. Volcar la mirada hacia el horror de los absurdos, de miserias y torpezas, aquello en lo que precisamente no deseamos reparar. Por eso quizá la noche, donde la vergüenza cede. Pero cuando comienza un nuevo día......

lunes, 19 de junio de 2006

Bajo la dictadura de lo real

Un intento de rebelión

Si vivir fuera caminar por un sendero recto, sería muy simple saber si vamos bien o mal, si estamos arriba o abajo en el camino, si hay alguien mejor encaminado que nosotros o peor.
Muchas veces vivimos en esa ficción, pero inmediatamente la vida nos enrostra el orgullo y caemos inevitablemente.
Vivimos en la miseria porque de algún modo la necesitamos. La miseria de nuestro ego, nuestros orgullos y envidias, de nuestra autoestima y sus altos y bajos, de odios, miedos y rencores. Algunos realistas y pesimistas señalan que dichos atributos serían esenciales en el hombre y que lejos de evitar esos sentimientos debemos aceptarlos e incluso construir nuestras relaciones basados en ellos. No comparto esas apreciaciones. Si bien el ser miserable se nos presenta a diario en el vivir, su constatación no puede ser pábulo para defenderlo. Es como constatar que todos los días se mata gente y ante ello no nos quedara más que despenalizar el homicidio. Creo que el ser humano no es un ser completo, es devenir, es cambio, no es un ser creado y por ende esas miserias siempre pueden ceder, no al nivel de la perfección pero si al de una mejor convivencia. Y necesitamos de la miseria en cuanto motiva al cambio, lo echa a andar, como a aquella ratita que gira y gira en la rueda de su propio mundo.
Muchas de nuestras miseria nacen del temor. Estamos permanentemente construyendo y reconstruyendo nuestra red de emociones, somos arañas tejiendo y destejiendo nuestro entorno, tratando de asimilarlo, buscando muchas vanamente mundos completos en religiones, sueños o ideologías. Somos incluso capaces de aceptar lo peor con tal que no se nos destroce el mundo. Religiones e ideologías totalitarias apoyadas en postulados patriarcales y restauradoras son ejemplos extremos de esa necesidad de salvación. Necesitamos un piso, una mentira, una fuga, una esperanza. Somos capaces de existir bajo la dictadura de lo real con tal de asirnos a algo. Lo lamentable de todo esto que en este juego del ego, de poseer, de desear y odiar, lastimamos y nos lastimamos. El afán de discriminar, castigar, eliminar o despreciar a otro ser humano nace frecuentemente de la necesidad de autoafirmación, de sentirnos seguros aunque el suelo sean las miserias, al construir nuestro yo indefectiblemente personalizamos lo que odiamos de nosotros o lo que no queremos ver en otros y queremos hacerlos desaparecer.
La realidad no existe para mi, lo que llamamos realidad no es más que aquello que percibimos. Es decir, es constatación de la subjetividad. Por ende, hay una enorme responsabilidad en la manera que construimos la realidad porque está hecha de nuestro lenguaje, de nuestra manera de relacionarnos. No hay nada fuera de nosotros que nos obligue, nada absoluto que nos condene a ser de tal o cual manera.. La realidad ha servido de excusa para defender injusticias, guerras, sufrimientos. Lo Absoluto nos enajena, pues en su defensa somos capaces de muchas contrariedades como matar en nombre de la vida. Si entendemos que lo real es una construcción personal y social basada en la manera de relacionarnos, siempre habrá una posibilidad del error, de aceptar nuevas visiones, de tolerar. Porque más que observadores de ella somos participantes y no dueños de la verdad, esto es, de lo absoluto. Creo que esta perspectiva es la que posibilita de mejor manera la vida en sociedad.
Quizá podría rebatirse que al sostener esto igual me hago parte de una visión absolutista cayendo en el mismo juego de lo que denuncio. Sin embargo, más que poner acento en los fundamentos empíricos o pretender la verdad de lo sostenido me centro en las consecuencias de esta manera de ver y creo que ellas dicen relación con aquellos valores sobre los cuales se erige la sociedad humana como la tolerancia, la libertad y la solidaridad.

miércoles, 31 de mayo de 2006

Autumnalia

A Soraya V.

Las hojas caen con el ritmo de una marcha acallada por el rumor de los muertos. Sus colores son los restos del astro derrocado, que ha dejado su calor durmiendo en nuestros cuerpos, calor que no queremos despertar, como aquel secreto que no osamos descubrir para no acabar de desearlo.
Por cada hoja que me roza pido por ti. Deseo para ti el mar abierto, la tierra rota, mis cenizas esparcidas, una lágrima como flor en el pozo de tus ojos, la sangre dulce para trazarla en los contornos de la noche en que moramos.
Rezo bajo el árbol manco de la tempestad, menciono sus tres nombres, sus cuatro almas, sus cinco soles, y amarro en su única rama mis sueños y esperanzas. Es el rito de la desnudez en la estación olvidada.
Gris y sueño, amor y lividez, estamos juntos, tan desamparados......
Las nubes ciñen el viento a sus raíces . La promesa regresa una y otra vez a su estanque: la manda que hicimos junto al fuego, su moneda brilla en el fondo del abismo..
Oh, amor, el sol ha muerto....
Abrázame, llevo el luto dentro de mis venas, y tus manos juntas pueden abrirle el cielo.

domingo, 23 de abril de 2006

Tierras del Encanto

Un relato-sueño

“Los caminos hacia las tierras del Encanto están hechos de lágrimas” le dijo su maestro. Sin embargo, al oír esas palabras aquella tarde en que se despidió de él, embriagado de ímpetu juvenil y ansioso de aventuras, les restó importancia. Esa tarde besó por última vez a la pequeña Aku, su flor predilecta, una breve mezcla de suave cariño y ardor adolescente. “Te esperaré” le dijo mientras levantaba su vestido en señal de despedida como los hacen las de su pueblo.
Las primeras curvas no fueron problema. El camino hacia el hogar de Mu, su tierra ancestral, al que su maestro llamaba “la tierra del Encanto” nacía a poca distancia del pueblo y era serpenteante en su inicio. Colinas adornadas de margaritas, dalias y rosas daban a sus caminantes un baño de aromas deliciosos. Era irresistible tenderse en el pasto y dejarse llevar por esa extraña mezcla. “Una mujer y la combinación sería perfecta” pensó mientras se hería al tomar una rosa.
Pasaron varios días y el placer inicial dio paso al tedio. Estaba cansado del monótono paisaje, muy de vez en cuando invadido por un ajolote que sacaba su cabeza del agua de las lagunas cercanas. “Ellos deben divertirse más” se decía el caminante con un dejo de tristeza.
Al séptimo día ocurrió algo muy especial. Una procesión venía desde lejos en dirección suya. Todos su integrantes venían vestidos de negro. Encabezaba el grupo una sacerdotisa que llevaba una gran cruz invertida en su manos en cuya cúspide estaba posado un cuervo.
Al llegar frente al caminante se detuvieron. La sacerdotisa le pregunto:
- ¿A dónde vas?
- A la Tierra del Encanto – respondió el joven
- Bah, criatura. ¿No ves que te han engañado? Esa tierra no está hacia donde caminas sino está en tu pueblo. Es el habitáculo de tu amante aquello que buscas. Quién te aconsejó lo hizo únicamente para alejarte de ella.
El muchacho permaneció turbado un momento. La sacerdotisa viendo germinar la desconfianza en él, le aconsejó:
- Hijo, piensa en ti. Nada más absurdo que dejar todo por una fantasía. Allí, junto a tu casa está tu felicidad. Míranos, fuimos en busca de Mu y terminamos marcados por la Muerte. Vuelve, toma a tu novia por esposa y funda tu clan. Lo demás es sólo dolor.
La oscura caravana retomó el pasó y se alejó pronto en dirección al pueblo. Las flores morían quemadas bajo el sordo sonido del tambor mortuorio. Absorto en grises pensamientos, el caminante siguió su marcha.
Al día siguiente llegó a la entrada de un espeso bosque de aspecto siniestro: inmensos árboles de hojas oscuras, con ramas que parecían negros brazos que luego se hundían en el follaje, interminables cantos de chucaos, chotacabras y otras aves que desconocía; crujidos de ramas semejando pasos; el cielo tapizado de ramas que apenas daban espacio a los rayos de luz. Siguió con miedo la marcha, entre los matorrales y la penumbra boscosa. Dormía por breves momentos para avanzar lo más posible. Cuando contaba ya cinco días caminando en el bosque se encontró con una caverna que parecía hundirse en la tierra. Era lo que buscaba: la entrada que lo conduciría a Mu. Frente a ella había una fuente de agua cristalina hacia la que se dirigió. Bebió con placer el agua fresca, pero tras el último sorbo vio reflejado en el agua algo aterrador: seres oscuros mataba a los habitantes de su pueblo y quemaban casas y sembradíos. Un chucao se poso junto a él en la fuente haciéndolo volver en sí. Decidió regresar inmediatamente.
Días después estaba en su pueblo. El paisaje era desolador. Donde antes se levantaban casas y plantas una mancha negra era lo que quedaba. La cruz invertida en el centro le daba un aspecto macabro. El cuervo sobre ella graznó al verlo. A poco caminar se encontró con el cadáver mutilado de su maestro. Corrió entonces hacía donde debía estar la casa de Aku. En medio del humo la divisó y apenas pudo la abrazó. Estaba herida fatalmente.
- Te esperado tanto. Los días parecieron años. Ayer, ayer....
- Ayer llegaron. Lo sé- respondió
- Te buscaba. Creían que ya habías regresado de Mu juntos a los sabios montado en sus naves de estrella. Te querían enfrentar. Enfurecidos al saber que no estabas nos atacaron.- Se calló un momento, lo miró a los ojos y prosiguió.
- El maestro te dejó un mensaje. Dijo que en el fondo de tus recuerdos siempre habitaría y que cuando lo quisieras te daría consejos. Que sólo la llama de Mu y sus sabios podían salvarnos definitivamente. Lo que hagas ahora será en vano si no llegas allá. Nuestras almas te esperarán, en las entrañas de la tierra. La mía arderá allí, como un sol de esmeralda esperando ascender.....
Apenas dicha la última palabra falleció. Su amante la dejó en el suelo, armó una fogata y quemó su cuerpo según la costumbre de su país. Emprendió luego el viaje final a las tierras del Encanto, donde esperaba limpiar su lágrimas y regresar con su pueblo dispuesto a vencer a la Muerte.

viernes, 10 de marzo de 2006

Definición

AMOR: abrir con cuidado la puerta de la pieza para observar la hermosa carita de mi hija durmiendo, alumbrada tímidamente por una lámpara lejana.

martes, 28 de febrero de 2006

Mystic Queen

"Have you seen the Mystic Queen
Riding in her limousine
Over hills and dales 'til morning...
If you like I'll take you there
Find some colours you can wear
Colour that you've only seen while sleeping."
(Camel, 1973)



No estábamos mirando el cielo sin esperar la recompensa: una dulzura trágica, un recuerdo soñado, un abrazo camino de la soledad, la lluvia nuevamente. En la puerta de los colores, el gris destiló su sangre ácida hasta el mar. El dolor entonces cantó para los dos. Me besaste ardiendo, el llanto nos estremecía y el delirio zozobraba en este amor. Al final, estaba el ancla entumecida, congelada deseándonos llevar al comienzo del abismo, porque desde allí habíamos zarpamos. Vimos entonces llegar la mañana, torpe, hecha trizas, tímida como una flor en la ciudad arrasada. En el puerto esperaba su limosina de luces arcoiris, tu vestido de rosas heridas, y quise tu destino, tu camino y la muerte.

jueves, 23 de febrero de 2006

Camel, "The Snow Goose"


Uno de los discos más hermosos que he oído últimamente. No escucho frecuentemente rock progresivo pero de repente por curiosidad averiguo sobre algunas bandas del estilo y en particular ésta me fascinó. Llegué a Camel porque Mikael Åkerfeldt, el vocalista de Opeth, señaló en una entrevista influencias de algunas bandas progresivas en su música, entre otros, de Camel. Se trata de un grupo británico que inició su trabajo allá por los setentas y que sigue plenamente activo hasta hoy. "The Snow Goose" es uno de sus trabajos más reconocidos y está basado en la novela homónima de Paul Gallico, sobre la historia de Rhayader, un hombre jorobado y deforme que habita un viejo faro en Inglaterra y que se dedica al cuidado de las aves de los pantanos cercanos. Vive en absoluta soledad, dado el rechazo de la gente del pueblo, hasta que conoce a Fritha, una niña quien le lleva un ganso herido para que lo cuide (el ganso de las nieves es una especie de ave migratoria). Comienza entonces una hermosa amistad y una historia emocionante.
El disco se divide en breves temas que retratan los pasajes y personajes más destacados de la novela, de manera que va narrando musicalmente hasta el final de la obra. Un disco altamente recomendable de una de las más importantes bandas de rock progresivo.
Mas información en español sobre Camel:
- http://www.dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Bandas/camel.html
- http://www.alohacriticon.com/alohapoprock/

miércoles, 1 de febrero de 2006

Vive rápido, muere joven

“Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”

Leía en el diario a un punk comentar tras la muerte de un sujeto en una tocata en Hualpén que los punkies mueren jóvenes. No es una destino tan malo. Pensándolo bien, con el tiempo muchos terminaremos convirtiéndonos en tipos patéticos, amarrados por un sinfín de deberes, achacándole al tiempo nuestras limitaciones, sobrepasados por miles de amarras que nos convierten en correctos ciudadanos de una sociedad de mierda. Pues ¿quién se atreve a seguir sus ímpetus hasta el fin y cumplir lo dicho por Neil Young “mejor arder que consumirse lentamente”?
¿Ideas de un romanticismo barato, dignas de un rockstar de mala muerte aferrado a su último trago antes de caer en el delirium tremens? No: de un sujeto que va por el camino de lo correcto pensando en lo incorrecto, como muchos, con cierta inclinación masoquista y, tal vez, algo egocéntrico.
Si quisiera seguir esas ideas, me quedaría poco tiempo.... y no he vivido tan rápido. Bueno, estos último años un poco, pero a lo mejor siguiendo a las ratas que viviendo más aceleradamente sobreviven más años, termine como algunos de mi familia, viviendo 80 y más años. Mala hierba....
Una vez soñé que moriría a los 27 años. En cierta época pensé que más que una profecía era una orden: debía matarme a dicha edad. Pero creo que si me lo fijara como meta y comenzara a despedirme de mi familia y amigos me sucedería algo parecido a Glen Benton, que gritó a los cuatro vientos que se mataría a los 33 años (la edad de muerte de su odiado Jesús) y al final no cumplió. Bueno, para quienes disfrutan de Deicide, no fue tan malo (¿y quién disfruta de mi? )
También me plantea un conflicto lo de dejar un cadáver bonito. Tendría que someterme a varias operaciones de cirugía plástica antes de morir para así ser un poco bonito, de lo contrario no podría seguir al pie de la letra lo que dice la frase. Y el dinero para las cirugías, el tiempo y trabajo para juntarla...¡pfff!, se me pasaría la vida en ello.
La verdad es mejor dejar al destino, si es que existe, que haga su trabajo: la muerte, desde que nacemos, ya está haciendo lo suyo.