sábado, 12 de abril de 2008

La decapitada

Arranca con furia cada uno de mis huesos
Deposita en mi tu cruz de aspas amargas
Lánzame si quieres a la muerte
Que tu cabeza abierta no ha parado de llorar
Y yo aún no duermo luego de tu huída.

Cuando llegabas manca
A cobijar mi corazón
No reparaba en tu semblante
Cualquiera hubiese escondido
El Grial entre tus lágrimas

Más yo, el traidor
Nunca oí tus pasos quebrarse en espiral
Ni tu cuello abrirse como flor
Ni tus colores de clavel herido
Ni menos el luto que ataviaba tu mirada.

Cuando llegaste hoy
Con tus oídos pariendo la sangre
De todas mis canciones
Tu boca susurrando su última plegaria
No fui capaz de acurrucarme
Junto a tus vestidos quemados.

Eras aún la fantasía del vino.

Pero cuando al despertar
Hallé tu cabeza dormida entre mis manos
No pude contener el dolor
Y devoré tus labios preso de la angustia.

Mañana buscaré tu cuerpo
Hoy solo atino a consolarme.