sábado, 21 de diciembre de 2013

Vórtice

Viscosas hendidura untan su lengua en la fatiga
Dioses gastados se hunden despidiendo la jornada
Abajo, su luz cuajada es capaz de destronar el horizonte
Su raíz despide el color de la podredumbre.
Roces, difuminarse no es alternativa, la ocasión nos delata,
Beber un sacrificio sincero, los bares entreabren su voz sensual
Y los cansados se extasían desviándose de la urbe
Desnudos, despellejados, en el  campo de la inmundicia
Sembrando esa semilla que no fructificó, esa ala rota,
La serpiente recortada, que se revela en los rincones.
Caminar, acto insano, enfermo, deslizarse impunemente,
Una larva tentando al diablo, quien lucra con sus cruces.
¿Habrá razón arrinconada, despedida infausta,
Querer inmerecido, anónimo, un toque perfecto
Que solo nos permitirá no reconocernos muertos?
Tras todas las instancias, vendrá el receso,
En eso confiamos los inmerecidos
Y hasta ella apelaremos, nos reconoceremos
 Para armarnos hasta la médula, y rezar hasta la última palabra.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Un Muerto en la Ciudad

De golpe, en medio de la abertura, del cuerpo y la sangre,
Entre carteles vacíos y fantasmas mortales
Se atraviesa un espejismo, un paso inesperado,
Ante los mismos que se perseguían,
Luces, ruidos, mucho ruido, y policías, hombres y sombras, y una muerte,
Un vaho que cede, espejismos siempre, automóviles avanzando lento
Calles truncadas, quejidos, balizas, gritos, desesperación…
Lágrimas untadas de saliva, sintiendo que algo destruye su sitial
Lo paralelo deserta y muere al borde de la calle.
¡Que es lo que esperan para que el resto se fugue!
Testigos curiosos, sangre dibujando rostros en el pavimento.
Un atropello un revólver una ciudad, el mismo envoltorio,
La risa que se estrecha en el pasadizo, multitudes agolpadas contra sus ruinas,
Pantallas, láminas, discos, luces en las manos,
Esperando repartir el cadáver, un trozo sangrante para cada uno,

Para espantar cuanto antes el aullido, el estertor que ya rasguña con desespero la noche.

jueves, 11 de julio de 2013

Conexiones maltrechas

Harto de pantallas, de pronósticos
Esperando esa puerta torcida, ese laberinto desviado,
Esa calle destrozada, las avenidas desahuciadas,
Junto al jardín de quienes se esfuman para siempre, agotados,
Desconecto esas estaciones, esos paraderos y cruces,
Esas miles de palabras deslizadas al unísono, al borde de los ojos,
Como un display interminable, entrecruzando las pestañas
Deseosas de penetrar, de inmiscuirse exactamente.
Bajo el interruptor de ese momento, una muesca en la pared,
Todo se detiene lentamente, un ralentí preciso y neutral
Que siembra por doquier sus estatuas de sombra y hambre
Sus manos agitadas, sus pasadizos que van y vuelven.
Junto a esas especies yo comulgo vanamente,
Un advenedizo en el vacío simulado, en la carretera que cansa
Y desvía su ánimo hacia la misma ciudad.
El placer de la ausencia, el temor de quienes se fugan
En el aposento de los apartados antes del atropello feroz
Del asalto al paraíso que nos develará completamente inermes
Sin voces que acallar, sin latidos, sin palabras…
El viento demarca los sentidos, su flecha se agota,
Los cuadros se suceden contra las paredes plomizas
Carteles y señales, ojos al llegar a la esquina,
Todo en orden para retomar la conexión,
El Leng Tch'e que nos va dibujado, una condena invertida
Que al mismo tiempo nos devora y nos arma.
Esa bestia que lo es todo, alma y cuerpo, beso y mordida,
Alimenta eléctrica nuestra vencida mañana
Prendemos entonces esa luz en la penumbra
Y ahí seguimos, a pesar de todo
Al pie de la misma aldea, bellamente profanada
Descubriendo impúdicamente sus cables desgastados.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Por las calles desterradas


Por las avenidas proscritas, arrancadas de raíz del simulacro
Encadenado transita junto a un hombre su fantasma
Camino a su hogar envilecido, apagado,
Secuestrado entre ciudades en llamas, entre siluetas abandonadas en el fango
Para levantarse de golpe con el sol que todo quema.
Las calles en su profunda paradoja provocada
Que más rápido nos pierden que encaminan hacia brumas
Atestiguan el paso negro del animal dividido, silente,
Relegado en el mar sin fondo de los ahogados.
La mecánica sucia de las llaves, de las aperturas que cierran espacios, rincones,
Y abren sacrificios íntimos en la callada estancia de los fugitivos
No brinda el necesario refugio, la taza caliente, el licor áspero que derrote la cordura.
Entre las paredes de la cocina, donde nadie come sino se espera el hambre
Donde alguien que ya no vive abre ollas y alimenta sueños,
Entre las paredes plagada de souvenirs y baratijas arrancadas de otros mundos
Intentará, como tantos otros que comparten en la noche su pan
Como el cuerpo que reparte generoso su bocado sangriento,
Apaciguar ese alejamiento que muta en horas, segundos agotadores,
Dolorosos momentos que beber tras desgranar los frutos negros del día.
En la lejana experiencia de transitar los propios puentes, las estaciones desmarcadas,
Las plazas abandonadas a la miseria de los vagabundos, que nutren sus famélicas bancas,
Alguien despierta a su destierro, como un golpe repentino en la batalla,
Los edificios a medio derribar se levantan y florecen,
Y solo él sabe, el desterrado, el vital espejismo que describe círculos en su huida
Que todo ha de perecer entre sus manos desbordadas
Y reirá entonces, inundado de recuerdos, de trenes y puertos,
Porque alguna vez caminó allá, tuvo hogar, y atesoró esos rostros como propios.

lunes, 22 de abril de 2013

Maquinaria urbana


Ruedas sobre los hombres alcanzando el cielo
La mujer de Lot entre los declives celestes
Para mecernos en sus cúspides junto a la estatua inacabada
Por el disparo de una visión perpetua.
Divinidades que se entreabren al final de los abismos
Una risa tibia que abre espacio a su mugrienta sed
De roces, de ocasos frustrados, de miradas y desperdicio.
Ciudades abandonadas a su furia carcelaria
Mientras alguien alcanza a su amor de ocasión
Nos reímos entonces y somos impensadamente felices.
El control de las pasiones al alcance de la mano
Mientras todo se nos revela en una imagen fugaz
En el escaparate roto, en las llamas que no arden
Mientras un  improvisado Nerón lanza su grito sobre las barriadas.
Qué más da demorar si está la posibilidad de la cópula
La sed enardeciendo a sus amantes como si toda la vida se gastara en ese único gesto.
No recibiremos a Cristo, no tenemos cómo mirarnos en la oscuridad,
Ebrios, cansados, excitados ante el final de día,
Esperando reanudar mañana esa máquina de sentidos
Esa fugaz pasada por los primeros pasos
Porque todo será por algo, como decimos, convenciéndonos.
Torres derruidas, mansiones invisibles en que los muertos hacen el amor
Como un cliché perfecto para borrachos.
Es una novedad más antes de despedirse de la cordura
De la herida transfixiante que nos marcará anónimamente
Al meternos en el pasadizo de los sueños
Del delito que nos recogerá de su regazo
Para bien de todos sus fantasmas.

domingo, 17 de marzo de 2013

Círculos concéntricos


Como el borracho que arrecia contra la lluvia
Seguido por el fantasma de su sed,
Disparando desde la hondura de la tempestad
Sigo la huida como un destino fracturado
Como siluetas instaladas en la mesa, junto al fuego
Esperando la tibieza del cuerpo que les fuera arrebatado.
Despidos, silencio junto al arsenal,
Las guerrillas se alzan en la noche,
Rostros cubiertos se ahogan en el atardecer
Con la sangre ardiendo en los caminos.
Caminamos, círculos tras círculos,
Barricadas ante las cuales ceder segundos,
Porque la avería arrecia y los perros no callan
Ante el hambre monstruosa de las calles agotadas.
Los puertos cerrados,  muelles devorados por el mar,
El tráfico que no cede espacio al cadáver insensible
Que reina en sus estilizadas cadenas.
Santones disfrazados de mendigos se inmolan
Ante la huella que se va difuminando,
Que perdemos y finalmente olvidaremos.
Señales entre puertas, mujeres detenidas, 
La pornografía encubierta de modales, de sombras,
De indiferencia antes de abordar las escaleras,
Ascensores congelados, calles tomadas, indolencia en la trastienda.
Desfilamos ante los círculos, capaces de cercenar en aras de su forma, de su signo programado,
Delineándose en la ansiedad de los transeúntes, en las mutilaciones rutinarias,
En los suaves mecanismos que se esconden en el beso, en el abrazo, en el sexo a medianoche.
Cópula que concluye en si misma, agotada, extirpada de otro horizonte,
En su mundo conjurado a medias con el último gemido antes de desfallecer.
Afuera la rebeldía apaga las llamas, para enarbolar la aurora,
El humo se eleva sobre los muertos que se echan a andar,
Y los rebeldes son capaces de ceder, ante formas inescrutables,
Del círculo ardiente que, en su centro,  contiene todos los mundos.