lunes, 22 de abril de 2013

Maquinaria urbana


Ruedas sobre los hombres alcanzando el cielo
La mujer de Lot entre los declives celestes
Para mecernos en sus cúspides junto a la estatua inacabada
Por el disparo de una visión perpetua.
Divinidades que se entreabren al final de los abismos
Una risa tibia que abre espacio a su mugrienta sed
De roces, de ocasos frustrados, de miradas y desperdicio.
Ciudades abandonadas a su furia carcelaria
Mientras alguien alcanza a su amor de ocasión
Nos reímos entonces y somos impensadamente felices.
El control de las pasiones al alcance de la mano
Mientras todo se nos revela en una imagen fugaz
En el escaparate roto, en las llamas que no arden
Mientras un  improvisado Nerón lanza su grito sobre las barriadas.
Qué más da demorar si está la posibilidad de la cópula
La sed enardeciendo a sus amantes como si toda la vida se gastara en ese único gesto.
No recibiremos a Cristo, no tenemos cómo mirarnos en la oscuridad,
Ebrios, cansados, excitados ante el final de día,
Esperando reanudar mañana esa máquina de sentidos
Esa fugaz pasada por los primeros pasos
Porque todo será por algo, como decimos, convenciéndonos.
Torres derruidas, mansiones invisibles en que los muertos hacen el amor
Como un cliché perfecto para borrachos.
Es una novedad más antes de despedirse de la cordura
De la herida transfixiante que nos marcará anónimamente
Al meternos en el pasadizo de los sueños
Del delito que nos recogerá de su regazo
Para bien de todos sus fantasmas.