jueves, 11 de julio de 2013

Conexiones maltrechas

Harto de pantallas, de pronósticos
Esperando esa puerta torcida, ese laberinto desviado,
Esa calle destrozada, las avenidas desahuciadas,
Junto al jardín de quienes se esfuman para siempre, agotados,
Desconecto esas estaciones, esos paraderos y cruces,
Esas miles de palabras deslizadas al unísono, al borde de los ojos,
Como un display interminable, entrecruzando las pestañas
Deseosas de penetrar, de inmiscuirse exactamente.
Bajo el interruptor de ese momento, una muesca en la pared,
Todo se detiene lentamente, un ralentí preciso y neutral
Que siembra por doquier sus estatuas de sombra y hambre
Sus manos agitadas, sus pasadizos que van y vuelven.
Junto a esas especies yo comulgo vanamente,
Un advenedizo en el vacío simulado, en la carretera que cansa
Y desvía su ánimo hacia la misma ciudad.
El placer de la ausencia, el temor de quienes se fugan
En el aposento de los apartados antes del atropello feroz
Del asalto al paraíso que nos develará completamente inermes
Sin voces que acallar, sin latidos, sin palabras…
El viento demarca los sentidos, su flecha se agota,
Los cuadros se suceden contra las paredes plomizas
Carteles y señales, ojos al llegar a la esquina,
Todo en orden para retomar la conexión,
El Leng Tch'e que nos va dibujado, una condena invertida
Que al mismo tiempo nos devora y nos arma.
Esa bestia que lo es todo, alma y cuerpo, beso y mordida,
Alimenta eléctrica nuestra vencida mañana
Prendemos entonces esa luz en la penumbra
Y ahí seguimos, a pesar de todo
Al pie de la misma aldea, bellamente profanada
Descubriendo impúdicamente sus cables desgastados.