jueves, 26 de marzo de 2015

Maullín en la espera

Ver, el mar,
detenerse para ver,
ver para callar,
o hablar, ante islas lejanas,
hablar solo,
para ahorrarse la molestia de mirarse de revés,
a través de los instintos,
desatando la lluvia de su velo instantáneo,
pobre mansedumbre en ese mar que se repliega junto a la propia imagen,
intensidad llevada a su fuente,  pasión,  furia ahogada,
cruces esculpidas en la carne,
signos ciegos de amor,
cruz y fuego en las manos, 
un milagro mientras nos detiene la lluvia, 
y al final de este canal,
en una luz desperdigada contra el matiz de una mañana, 
desembarcas,  mar y alma,
asumiendo a perpetuidad el trono húmedo, 
siluetas de otros tiempos reflotan,  botes vacíos en el muelle,
magia que el silencio desvanece en jirones de viento,
mientras anclado a la espera me detengo
y ,enceguecido y perdido, pretendo anudarte a la nave, 
como un sueño que la corriente arrebata a su destino.