lunes, 26 de septiembre de 2005

Ego creativo, ego destructivo

Cuando alguien se propone crear lo hace convencido de que su creación se dirige con mas certeza a lo que trata de saciar con ella. Se cree en cierto modo dueño de una verdad (la suya) y está lleno de una gran ansiedad y pasión por verterla en cada uno de los ámbitos de su producción. El ego juega un rol fundamental desde ese punto de vista, en cuanto el creador se convence de que su respuesta a la problemática planteada o a la realidad abordada es una de las más cercanas. Hay un cuestionamiento a su propio ser y la respuesta es afirmativa en cuanto es posible para él la respuesta, no siempre en términos absolutos aunque sí al menos en términos parciales, insuficientes e incluso si su destino posible es el fracaso. Se trata de una real obsesión, el creador se ve cegado por los trozos de verdad que lo acosan diariamente y es compelido a plasmarlo en su objeto de trabajo. En este sentido, este ego consciente que se convierte en orgullo es fundamental para la creatividad y el arte. Por cierto este orgullo encontrará una mejor recepción externa en cuanto sea el resultado de un acercamiento serio, consecuente, sincero, no desde una ignorancia arrogante sino desde un eterno aprendizaje. El creador es un trabajador de su arte.
Sin embargo, el cariz opuesto de aquella aproximación es el de algunos seres que se ciegan ante su obsesión y menosprecian el trabajo paralelo de otro creador. Y muchas veces en el arte se observa choques de egos que suelen ser un aporte a una visión crítica y una discusión pero en niveles bajos se parece más bien a una pelea de perros. “Todos lo caminos llevan a Roma” habría que concluir, pues todo acercamiento a sus verdades puede ser un retazo de respuesta a más de una incógnita ajena, y finalmente de las esenciales: la vida, el amor, la muerte. Dado el carácter único de la existencia de los sujetos, mil vidas anteriores no serían suficientes para saciar el hambre del advenedizo, aunque si remediarla. ¿Cómo cerrarse obcecadamente a las vías diversas, si para otros pueden ser sus gritos ante el silencio incómodo de la soledad? Desde esta mirada, también importante, la valoración artística de la trascendencia de lo obrado es tan rescatable como su propósito terapéutico inmediato ya sea personal y/o colectivo.