viernes, 30 de noviembre de 2007

Sol de Medianoche

Cierra los ojos
La muerte será sólo un suspiro
Abriremos la puerta y el camino brotará
Mientras los deudos retornarán a sus raíces.
Florecerá de mi sombra tu sombra
Como hija del engaño
A que la luz del día nos somete.
Y juntas caminarán hacia la noche
Cubiertas del frío
Con el alma ardiendo y el cuerpo desgarrado.
Nos sentaremos al pie de la colina
Divisaremos la cruz a la distancia
Y repetiremos su signo fatal
Para despedirnos del deseo y de la carne.
Y regresará el sol hasta nosotros
Para quemar los últimos recuerdos
Y dejar tras nuestros pasos
Su letra de ceniza y podredumbre.
Los gusanos dibujarán su figura
En la profundidad de la desolación
Exprimiendo de los restos inmolados
La gota que deshará la maldición que hemos vencido.
Sellará el viento nuestras bocas
Con el hálito de los muertos que por nosotros volverán
Que pisarán nuestras huellas en la niebla a medianoche
Cuando la luna se quiebra y el sol se decanta.

martes, 30 de octubre de 2007

Evocación

Dime, látigo de navajas azules
con qué oscuras tierras limita tu inocencia
en qué guaridas esculpidas al sol
detiene tu golpe su secreto
en qué aguas has de morir envenenado.
Las manos desgarradas un día
de tanto querer asirse al cielo que se entorna
cubren el párpado trizado del verdugo
y a la lámina sucia de su frente raída.
Hasta allí llegas, como un ladrido remoto
adornando de restos tu hálito vehemente
en la parada del astro que huyó de los orígenes
avergonzado de su urdimbre casi humana.
Bajo el ardid de las colinas derruidas
hacinado en catedrales sumergidas en la sal
se corrompe el grito inveterado
como una corriente de inusitado ramaje
encadenada a su árbol de la muerte:
muda nave anclada en la agonía.
Hay un aire de cuerpos perdidos
que aún no despiertan de su sórdida condena
a las que los gusanos se entregan solícitos
como a una encomienda divina.
La noche parece vagar hoy entre los días
arremetiendo con sus lunares azules
contra el fresco de negras laxitudes,
una profecía que bien podría dormir eternamente
si un cadáver de ángel no anunciara
al asesino errante
que persigue desnudo de sus llagas
la roja cárcel del destierro.

lunes, 23 de julio de 2007

Amanecer abisal

Una sombra corretea en el sueño
Su cabeza golpea las negras paredes
La vela cede, se despide y se apaga

Una lluvia incesante, un mar embravecido
Desborda todos los rincones
A los que se aferrar seres grotescos
Peces horribles que nos alimentan y abrigan
Aves sin alas, mariposas traslúcidas
Que renunciaron a la luz
Y se devoran junto a la ventana.
La luna muerde el fruto
Hasta desaparecer envenenada.
Sólo un latido nos recuerda que no hay espacio
Para ser algo más que toda
toda aquella oscuridad.

Pero cuando ya estaba todo perdido
Cuando la fatiga del nado incesante
Había marcado su signo en los miembros extenuados
Una tímida espada atraviesa la noche
Un resplandor tenue ilumina los rostros
Otro golpe abre las sucias aguas
Y por fin una línea nos revela una mirada
Una mano nos acerca una caricia
La soledad se ahoga en la inmensidad del océano
Como un reflejo incierto de otro universo.
La profundidad en ese instante nos atrapa
Con esa belleza única de la aurora invisible
A la que prodigamos todas las plegarias.

Amanece entonces en el abismo
Y bebemos de aquel néctar
Agonizando camino del cielo.

domingo, 1 de julio de 2007

Pan Sacrificial

Lo imposible abre su cruz de cuatro espigas,
la otra mejilla herida ante el cristo de los olvidados,
la sangre vertida en juegos de amor y barbarie,
su razón última: el grito desesperado...
Sus astillas clavadas aún,
macerando la hierba, rasgando la angustia,
hundiendo sus semillas,
cosechando migajas en el erial de los falsarios.
No era un eco lo que despertaba el ignoto son del batallón,
era esa cruz, esa llama urdida en su simiente,
ante ella la guerra se abría, sus lágrimas cuajaban,
y el cristo desgarrado, incólume...
Sus súplicas bebían del mar de los sufrientes,
pescaban muertos, cazaban ángeles,
reflotaban restos de los reinos del odio,
que lo habían anunciado, al pie del Calvario.
¿Qué razones lo desproveyeron de trono, de color, de signo, de bandera?
Cual cosecha del frío,
el nombre no dice nada más que el temor de la ausencia,
no brotó de la helada más que el dolor intacto y puro,
esa palabra a medias llamada carne,
ese manojo de temblores que nadie más había parido...
Esa cruz inexpugnable,
como el hueso que denuncia las alas arrancadas,
aquella cicatriz que espera el beso,
ese árbol que jamás brinda sus frutos a la noche,
el sacrificio alcanza en su ruego el paroxismo
¡cumbre del dolor en esta negra tierra!
La necesidad de su sello no está escrita en su origen:
colgado, sus marcas vivas son el signo de la derrota de los ángeles
y el más horrendo pan de la miseria humana.

miércoles, 13 de junio de 2007

El apensionado

Bajo el árbol negro
Aferrado a la última palabra
Muere el apensionado.
Cuando la lluvia cesa no lo abandona su humedad.
Los días siempre perecen para él destronados por las sombras.
En su corazón, el despojo olvidado de un santuario funesto
Anida aún el eco del postrer rezo
Aquél fraguado en el beso que arrancó
A mordisco de su efigie masacrada.
Las vestales paseaban ardientes por su miserable palacio
Los cisnes danzaban impávidos en charcos de sangre
La noche sembraban las cúpulas de miradas divinas
A las que tributaban campanadas y gritos de odio y amor.
Pero aquél día en que su quebranto inundó aquellos salones
Erigió estatuas de hielo y espanto
No hubo fiesta que capaz de sofocarla.
Por primera vez divisó el sol en la ventana más lejana
Las nubes adquirieron extraños rostros
El atardecer era insoportablemente agónico
Más rojo y sufriente que el cristo que coronaba su espada.
El último paseo al borde de las lágrimas
Lo llevó a aquél árbol
Donde pronunciaría aquella palabra moribunda
Perdida en la encrucijada de su boca.
Bajo el podrido ramaje
Esperaba aquella línea de los astros
En que tras callar
Nadie, ni siquiera Dios
Podría socórrelo.

sábado, 19 de mayo de 2007

Viaustralis

Al borde del colapso
Una puerta se abre
La mano se extiende, incrédula
Una princesa muerta la toma

No hay calabozo
Que libere al cuerpo desgastado
A su mirada maltrecha
A las marcas de sus lágrimas resecas

Aún así cae la aurora
Que espanta las sombras
En la mazmorra rebrotan las heridas
Cuya savia dolorosa nos lastima y estremece

Entonces resucitan las cruces
Todavía cubiertas de hojas
Cobijando aves negras que aguardan la noche
Sus ramas ya apuntan al Padre
Sobre los montes de nuestras manos horadadas

Un camino hacia el sur
Nos liga al duro origen
Lamiendo las llagas, esquivando la lluvia
Dibujándose en el barro, bebiendo de ríos oscuros
A las que nos ata su ineluctable tristeza

La esperada bruma es prueba del destino
Su raíz hurga por la flor
Al otro lado del mundo
Abriendo la tierra, delineando los surcos
hechos de estrellas y selvas

El bosque emerge en la ciudad
La lluvia corre limpia entre las lápidas
Las montañas por fin asoman al final de la calle

La mano se cierra
Pero la princesa se fuga
Sólo con nuestras viejas cadenas.

domingo, 22 de abril de 2007

Al pie de mi cadalso

Al pie de mi cadalso
la mandrágora ya brota.
Su lamento de sol patibulario
amanece a media noche
a raíz de su dolor y mi semilla
calor y luz de los entierros
flor mortal y blasfemada.
Arrinconada contra llamas
en la hoguera que abrasa mis entrañas
la voz de su mirada me susurra un epitafio
que algún día esculpirá sobre mis huesos.
Amo el sabor de su lamento
fúnebre pétalo arrancado de mi tallo,
cardo azul, rojo y muerte
cariño que castiga aún mi celda
que desgaja los días
que azota mi rostro
rompe el sello del camino
por donde peregrinan mil fantasmas
y a cuya vera mi cadáver aguarda
ya maduro
la Luna de la Cosecha.
La cicatriz sanguínea de su fruto
no ha dejado de alumbrar
su signo está marcado en el espejo
que ya fue roto, ¡que ya fue roto!
Ya no me espera bajo tierra
el vil consuelo de su savia
el aroma extinto de su polen:
ya no soy el Ahorcado
soy sólo cenizas y una negra calavera
sobre la que ella ahora baila
la amarga danza de los magos.

sábado, 7 de abril de 2007

Ningún ser humano...

Otro cuento que escribí hace años atrás.

Nunca había pensado que mirar a la gente desde arriba de un árbol podía tener algo de interesante. Ver sus gestos, escucharlos conversar, verlos caminando de un lado para otro con sus rostros a veces angustiados, a veces alegres, las más indiferentes. Todo eso se logra desde arriba y con la ventaja que no me pueden distinguir en el nutrido ramaje.

Y las voces agitadas y los comentarios temerosos son los que más se han oído este último tiempo, arriba de los árboles y en todos los rincones de la ciudad. No es para menos considerando la serie de terribles muertes que se han sucedido, todas atribuidas al "Chacal". Miedo por cierto alimentado por toda la parafernalia mediática. Los despachos en directo en la televisión, las miles de teorías que se inventan para explicar estos crímenes, las que hay para todos los gustos, desde las aterrizadas hasta las más desatinadas, hablando de seres del espacio y otras estupideces. Ya deben haber hasta páginas web dedicadas a elucubrar todas serie de explicaciones fantásticas sobre el origen del "come cerebros".

Yo lo he visto y puedo afirmar con toda seguridad que no se trata de ninguno de esos seres que los medios y la gente ha señalado como el asesino. El otro día venía de noche en dirección a mi casa por una calle bastante oscura. No se veía a nadie más caminando por ella. Venía fumando tranquilamente cuando de pronto se oyó un ruido al otro lado de la calle. Seguí andando, un poco nervioso pensando en las historias sobre el "come cerebros" y sus correrías por la ciudad. Cuando llegué a una esquina me pareció escuchar un fuerte crujido como de ramas quebrándose. "Debe ser el viento" pensé. Unos pasos más y el ruido se hizo insoportable. Definitivamente había algo en la copa de los árboles al otro lado de la calle y parecía deslizarse a través de ellos. Con un terror inmenso eché a correr cuadras y cuadras y las malditas ramas seguían su demoníaco crujido.

Lo peor pasó cuando tropecé torpemente con una piedra. Caí de bruces sobre la tierra y estuve inconsciente algunos segundos. Al despertarme, de pié junto a mí estaba un sujeto de ropas harapientas y aspecto nauseabundo. La luz tenue de la luna lo convertía en una gran sombra que se proyectaba sobre mí. Al intentar pararme, el sujeto dejó su quietud para abalanzarse como una fiera. Rasguñaba, gruñía, me mordía, y lo peor, de su boca chorreaba un líquido espeso que me quemaba la piel y penetraba hasta la carne. Y que decir de su maldito ojo que clavado en su rostro parecía atravesarme el cerebro.

La lucha fue intensa. Pese a mis esfuerzos la bestia logró dominarme y hubo momentos en que no me quedaban fuerzas. Pero la suerte estuvo de mi parte porque cuando el animal quería morderme el rostro tome un palo que encontré en el suelo y lo golpee con toda brutalidad. El primer garrotazo no lo mató pero lo dejó mareado, lo suficiente como para permitir levantarme y golpearlo más fuerte. Le reventé la cabeza.

De pie junto al cuerpo, respiré profundamente el aire enrarecido de esa noche tratando de recuperar mis fuerzas. Estaba extasiado, había vencido al monstruo. Pero no tarde en percatarme de lo falso de mi victoria. A medida que me recuperaba, iba sintiendo cada una de las heridas en mi cuerpo y la sangre brotando por todas partes. Había perdido mi oreja izquierda, mis manos y brazos tenían desgarramientos que en ciertos parte dejaban al descubierto los huesos. La sustancia que salió de la boca de la bestia me había desfigurado el rostro, la piel se había vuelto escamosa y pedazos colgaban de ella.

Con rabia, con tremenda ira miré el cadáver tirado en el suelo y lo golpee una y otra vez. Y mi cólera aumentó al ver su maldito ojo que aún permanecía abierto. Lo descuarticé.

Cansado y con un sentimiento terrible de desconsuelo y amargura, me acerqué al cadáver y sin pensarlo le devoré los sesos. No sentía nada, no era yo el que actuaba, era ese inmenso ojo el que me llamaba.

Mirando a la gente pasan rápidas las horas. El viento que sacude las ramas me dice que hoy es la última noche. No aguanto a que llegue de una vez. Por fin podré bajar de los árboles y acabará este suplicio. No soporto esta vida. Prefiero morir de una vez. Porque pese a este ojo monstruoso que llevo incrustado en mi rostro, aún soy un ser humano ¡Y ningún ser humano se merece esto!

lunes, 2 de abril de 2007

Paradoja

Uno de los primeros relatos que escribí, hace ya varios años.

Ahí está el maldito. Ahí está, como siempre, escribiendo en su escritorio sus pequeñas historias para venderlas a sus congéneres. Ahí está la espuria criatura que ha sido capaz de remover las cenizas para lograr sus míseras ventajas humanas. Escribe ensimismado sin siquiera vislumbrar lo profundo de la herida que ha abierto. Con sus libros, parece un niño jugando a ser adulto. No me explico como este insignificante ser fue capaz de romper la quietud. Miles de años se han abierto de repente a los ojos del pasado y todo por esto, este miserable gusano. No se como me molesté en venir aquí, a verlo, a presenciar tan increíble paradoja. El sueño que creía eterno ha finalizado. Yo, yo que luché por lograr mi encierro, que mutilé tantas vidas en nombre de Ethaí y que destruí de la manera más despiadada. Aun así, logre dominar mi sed de sacrificios y busque ayuda en los hombres para detener la matanza. Confié en ellos. Sus invocaciones constantes han logrado mantenerme en la profundidad de las montañas mas inhóspitas del planeta. Pero todo ha caído, todos estos milenios no han servido para nada. La dedicación de miles de hombres ha sido en vano. Las generaciones que han logrado mantener firme el sello de Kerkan fueron inmoladas inútilmente. He vuelto, a muy pesar mío he vuelto.
¡Y que increíble!. Esto que tengo frente a mi ha decidido la destrucción de su propia raza, ha decidido el final de esta era. Sé que esta quietud que me embarga no durará mucho porque mi hermano pronto despertará. Desde que compartimos el mismo cuerpo la desgracia ha reinado la Tierra. Desde que en la lejana época del Imperio de Zethu la magia de las Sombras nos golpeó con esta maldición no ha habido paz. Mi hermano es el ser más terrible de los nacidos en la era pre humana. Su ira ha hecho desaparecer civilizaciones enteras y su culto ha sacrificado muchos inocentes. Y lo peor, es mas fuerte que yo.
Es imposible, ahí está el parásito que rompió el sello de nuestra celda, ahí está el infame que abrió el sarcófago maldito. Su afán de adentrarse en nuestras montañas lo ha hecho el descubridor del gran secreto que ahora quiere revelar, sin reparar que aquellas tumbas encerraban más que unas viejas tablillas. Y está frente a mí, traduciendo a su primitivo dialecto lo que se le antoja una maravillosa leyenda. ¡Qué desgraciado destino!
¡Ja!. Y que cara pone este humano. Se dio vuelta y me ha visto. ¡No aguanto mas , esto es demasiado! Su rostro es el de una rata, sus gestos son bastardos, es un bastardo. ¡Aaaaahh! Jamás atravesó por su cabeza, que ahora tengo sangrante entre mis garras, un pensamiento superior al de su diminuta existencia. ¡Aaahhhh! ¡No se porque he venido aquí, por qué empezaré aquí!

domingo, 11 de marzo de 2007

Patéticos Amaneceres

Aún no hemos sido derrotados
Ni por la estepa que infinita
Prolongaba las cavilaciones terribles
Hasta arder en las llagas del alba
Ni por la horrible belleza del martillo ensangrentado
Que claveteó la cruz hasta punzar la oscuridad.

Una pesadilla germina en las gargantas
Con sus ramas no humanas que
Velan el escondite de nuestras maldiciones.

Ahorcados junto al fuego crepuscular
Yacen expoliados los hijos de las viejas insignias
Patético testimonio del odio prematuro
Del despojo de las máscaras y su cremación
De los látigos y puñales de plata
Que invocaban con caricias hirientes
Al más dulce héroe de los muertos:

El calor era el fruto prohibido
Los gusanos las pasiones entregadas
Nuestra pudrición de antiguos mendicantes
Que palidecía junto a la alambrada
Que separaba el abismo
Del obsceno dolor de nuestros labios mordidos.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Hope

Cuando se me ocurrió crear este blog pensé dedicarlo, entre otras cosas, a comentar la música de mi agrado. Con el tiempo esto se ha vuelto un basurero lleno de ideas absurdas, lloriqueos varios, desvarios, etc. Si embargo, quiero volver en este post a esa idea original a propósito del lanzamiento justo el día de hoy del nuevo disco de la banda finlandesa Swallow the Sun llamado simplemente “Hope” (esperanza).

Swallow the Sun es conocida dentro de la escena metal por practicar una doom metal con permanentes teclados atmosféricos, fuertemente emocional y depresivo. Este es su tercer LP, después de los excelentes “The Morning Never Came” (2003) y “Ghosts of Loss” (2005) y el primero bajo el sello Spinefarm, tras dejar el sello finés especializado en doom Firebox Records, que compartían, entre otros, con los chilenos de Mar de Grises.

Las canciones escarban en el oscuro estilo desarrollado en sus discos anteriores, alternando voces guturales y voces limpias, en un juego seguido por algunas bandas doom death (Mourning Beloveth, Whispering Gallery, etc.)

El disco comienza con el tema “Hope” que nos introduce de golpe en la fuerza característica de la banda para luego dar lugar a la melodía y la voz clara de Mikko Kotamäki, que pronto tornara en un gruñido desesperado mientras los riffs alcanzan nuevamente la potencia, tormenta que cesará en un ciclo reproducido en las demás canciones. Le seguirán “These Hours of Despair”, un tema muy potente donde la voz demoníaca se acompaña de unas guitarras rabiosas y un teclado que en ciertos pasajes alcanzan gran protagonismo, en ese claroscuro tan frecuente en las bandas del estilo. Continúa con el hermoso tema “The Justice Of Suffering” en la que encontramos la voz inconfundible de los míticos Katatonia, Jonas Renkse. “Don't Fall Asleep (Horror Pt. 2)”, otro buen tema con un comienzo que no sé por qué me recuerda algo a Opeth (del Damnation) cuyo video circula desde hace algún tiempo Internet (pueden verlo más abajo). Les siguen “Too Cold For Tears”, lento y emocionante canción, la más extensa del disco; “The Empty Skies”, quizá el tema más flojo del album; “No Light, No Hope”, otro buen tema para cerrar con “Doomed To Walk The Earth”, en la que es más patente una voz femenina que secunda los growls y las guitarras. En la edición digipack (y la promo, que es la que escuché) se incluye además un bonustrack denominado “These Low Lands” que es un cover del tema “Alavilla Mailla” de la banda heavy finesa Timo Rautiainen & Trio Niskalaukaus. En general, un buen disco dentro de su género, en que la banda ahonda en los tópicos ya visitados en sus anteriores discos.

Tracklist:

1. Hope 07:53
2. These Hours of Despair 05:58
3. The Justice of Suffering 06:26
4. Don't Fall Asleep (Horror Pt. 2) 07:41
5. Too Cold For Tears 09:16
6. The Empty Skies 07:17
7. No Light, No Hope 04:42
8. Doomed to Walk the Earth 08:30
9. These Low Lands* (Timo Rautiainen & Trio Niskalaukaus Cover) 05:53

*Bonus track on the limited edition digipak

En youtube esta disponible el video del tema "Don't Fall Asleep":


Mas información en la web:
Página Oficial de Swallow the Sun
Página Oficial del nuevo disco (en la que hay canciones para descargar)

Páginas con información acerca de la banda:
Metal-Archives.com
Bnrmetal.com
Doom-metal.com

Comentarios sobre el nuevo disco:
RockTotal.com
The Metal Observer (en inglés)
Metal Storm (en inglés)

miércoles, 10 de enero de 2007

¿Por qué no el silencio?

El silencio ha servido muchas veces (incluso hasta el cliché) para representar la imposilibilidad de la palabra, para señalar aquel punto del camino en que el lenguaje y la experiencia se separan irremediablemente. El nos revela impotentes, nada es capaz de remediar el aislamiento insalvable a que nos somete, esa división mortal que nos hace esencialmente seres solitarios.

Somos hijos del abandono. Porque las palabras no son bastantes, su realidad, la única posible de vivir en comunión, no es más que un espejismo. Estamos solos y persistir en el deseo del otro es un absurdo que, sin embargo, debemos vivir y defender.

Cabe preguntarse ¿por qué no el silencio? ¿por que insistir en callar con palabras aquello que no se apaga sino con la muerte?

El silencio nos conmina a no decir nada más, a mirar nuestros gestos y encontrar en su inutilidad aquella belleza tan propia de las ofrendas y sacrificios. Es entender que con palabras nada se cura, tan solo se adormece.

El mito dice que Dios creo el mundo a través de las palabras. ¿Por qué no el silencio? Quizá no haya mejor sustituto de la muerte para huir de él.