lunes, 23 de julio de 2007

Amanecer abisal

Una sombra corretea en el sueño
Su cabeza golpea las negras paredes
La vela cede, se despide y se apaga

Una lluvia incesante, un mar embravecido
Desborda todos los rincones
A los que se aferrar seres grotescos
Peces horribles que nos alimentan y abrigan
Aves sin alas, mariposas traslúcidas
Que renunciaron a la luz
Y se devoran junto a la ventana.
La luna muerde el fruto
Hasta desaparecer envenenada.
Sólo un latido nos recuerda que no hay espacio
Para ser algo más que toda
toda aquella oscuridad.

Pero cuando ya estaba todo perdido
Cuando la fatiga del nado incesante
Había marcado su signo en los miembros extenuados
Una tímida espada atraviesa la noche
Un resplandor tenue ilumina los rostros
Otro golpe abre las sucias aguas
Y por fin una línea nos revela una mirada
Una mano nos acerca una caricia
La soledad se ahoga en la inmensidad del océano
Como un reflejo incierto de otro universo.
La profundidad en ese instante nos atrapa
Con esa belleza única de la aurora invisible
A la que prodigamos todas las plegarias.

Amanece entonces en el abismo
Y bebemos de aquel néctar
Agonizando camino del cielo.

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