domingo, 22 de abril de 2007

Al pie de mi cadalso

Al pie de mi cadalso
la mandrágora ya brota.
Su lamento de sol patibulario
amanece a media noche
a raíz de su dolor y mi semilla
calor y luz de los entierros
flor mortal y blasfemada.
Arrinconada contra llamas
en la hoguera que abrasa mis entrañas
la voz de su mirada me susurra un epitafio
que algún día esculpirá sobre mis huesos.
Amo el sabor de su lamento
fúnebre pétalo arrancado de mi tallo,
cardo azul, rojo y muerte
cariño que castiga aún mi celda
que desgaja los días
que azota mi rostro
rompe el sello del camino
por donde peregrinan mil fantasmas
y a cuya vera mi cadáver aguarda
ya maduro
la Luna de la Cosecha.
La cicatriz sanguínea de su fruto
no ha dejado de alumbrar
su signo está marcado en el espejo
que ya fue roto, ¡que ya fue roto!
Ya no me espera bajo tierra
el vil consuelo de su savia
el aroma extinto de su polen:
ya no soy el Ahorcado
soy sólo cenizas y una negra calavera
sobre la que ella ahora baila
la amarga danza de los magos.

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