martes, 15 de noviembre de 2016

Cruces en la isla

La piel se estira como un sueño sobre nuestros seis ojos
Ni dios pagano ni imagen fantasmal, la realidad quebrada de los párpados
Sobre su silueta decorada de risas y lluvia.
Amanece en la espesura de nuestro hogar
Cuajando canciones con su cliché dulce amargo
De nostalgia, de lugares comunes, de caminos en la selva humedecida.
¿Donde partirán el beso de la mar y su alma cuando las noches, como hoy,
Cierren de golpe todas sus puertas?
¿Dónde brotaran los surcos viscerales, botes encallados,
Viejas trincheras esperando una guerra intangible,
Porque brota desde la carne y la bruma?
Éramos presagio y rito de partir
Comulgando este desencuentro entre llagas de medianoche,
El viento es una mujer escondida y la noche su sitial hecho trizas.
Armando cada día el puzzle demencial
Caminando sobre cadáveres que respiran
Sobre perros degollados que esperan a sus amos,
Calles desvanecidas, manos sin dedos para tocar el piano que arde.
¿Dónde parte este barco de piedra, esta escalera sin armadura
Sin cielo que doblar?
¿Dónde anida este espejismo de voces negras que describen cruces
Y piras funerarias sobre la isla que nos refugiará?
Pobres muertos que somos los vivos
Buscamos entre rocas las sucias migajas que nos arrojan  desde el cielo.

domingo, 3 de julio de 2016

Atardecer de Invierno

A Mariana


Abro descalzo puertas quebradas, vidrios en el sueño
Flores y  heridas por doquier en esta primavera rota
Se ilumina el escarchado refugio del alcohol como fuego fatuo
Sin desconocernos como sus cómplices tardíos.
Amanece la noche en esta calle baldía
Vienes a mi lado, estamos hechos a imagen y semejanza de esta noche
Y nos amamos porque amamos esta muerte de comienzo a fin.
Sé que tu rostro claro está abierto para iluminar
Y tus ojos que se esconden en tu pelo húmedo
Me dirán ese secreto negro que es tu sonrisa tras el amor de golpe.
Sangre junto al fuego, ardemos como lobos en una pradera de corderos,
Dioses clavados a esta mano tuya, mía, nuestras manos clavadas,
 Blasfemia rebelde antes que el frío nos paralice hasta la vida.
Los caminos enceguecen, la oscuridad atormenta al sol de la penumbra,
El vaivén inexacto de los árboles australes agitados por un viento hondo, funeral.
Poseo ese calor mordiendo mis venas, resquebrajando mis manos,
Porque te tomo y me quiebro y tú hecha trizas te mezclas con mis restos en el suelo.
Somos ese puzzle inacabado, bajo la lluvia insomne, esa furia que trasluce otros símbolos
Esa cadena lúgubre y divina, ese astro incierto, bello, el destino y su encrucijada
La maraña del atardecer de invierno entre rayos ciegos y nubes que se escapan.