domingo, 26 de diciembre de 2010

En paz

Párpados cubriendo la ceguera noctámbula
Su hondura de calor tibio, imitando una caricia
El alimento de los saurios que en sus cavernas duermen
Esperando otra estrella, la partida de las bestias.
Ángeles cercenados se aferran a los huesos
Alguien vela a cada muerto en la ciudad
Porque nadie merece en el frío nocturno el desconsuelo
Sanguíneo a veces, rociando sus huellas dolorosas
¿quién no necesita esa paz terrible
astillada de esperanzas ahogadas, enjauladas en su ensoñación?
Besa a quien no lo merezca, a quien reniegue de tu sangre
Humíllate ante el ídolo de tus enemigos, acaricia hasta la última herida
Cuando su vaso derrame transparencia
Cuando no sea capaz de contener otra gota de lluvia
Entonces los rayos diamantinos de su cadáver iluminarán.
Sólo cuando el ojo sangre el color de sus visiones
Cuando la cordura pierda toda sensatez
Entonces brotará la paz de los moribundos
La eternidad del desalojo cubierta de nieve negra.
Los suspiros tendrás su corona al final de la calle
En el pasadizo hacia la bruma, sendero fatal,
Callejón hacia la inmovilidad fría y plena
Donde ya no importa la muerte o la vida que de ella pende.
Paz de ausencia de desvelos, latidos que despeguen de los pechos,
Pequeños temblores que apagan su obsesión
Solo un dios podría acallar a todos ellos,
Solo la paz no esperaría jamás una respuesta.
Sólo paz al final de los témpanos
Cubriendo de plata a sus sombríos habitantes.

No hay comentarios.: