jueves, 29 de septiembre de 2011

El pais de las certezas

¿Tenían forma estas paredes
Antes de la fuga de tu cuerpo?
¿Y sus calles mezclaban debidamente la tierra
Con el trazo de espejo que tu suerte esculpió?
Dios, no nos acompañes, le dijimos.
Agitados entre microbuses y carruajes
La luz serpenteaba como pámpano en la bruma
Yo me escondí de ti y la isla naufragó
Desconsolada contra un mar de desterrados.
La población siempre aguarda, sus calles sucias
Su temor mezclado del vino de la fiesta
El río muerto que algunos aun llaman Andalién
Y que poco antes fue Mapocho, Rahue o El Leteo, que más da.
Siempre los cadáveres se avizoran al despegar la tarde
Y los peces esparcen su semilla afrodisíaca
Bajo los sauces matutinos.
No lo esperemos, no nos llevará su corriente a ningún reino
Ni su huella marca el signo de algún ángel.
La bella Kalapa existía frente a tus ojos
Y yo la vi palidecer, sanguinolenta, ante las cruces.
Fuego, sagrado fuego fatuo de las calles
Los pasajes mugrientos que nos regresan el alma
Los pasadizos y plazas vacías, los niños ahorcados en sus cimas
Las aves cazadas, los edificios, los terribles y grises edificios.
Esperemos algo más de esta guarida, de este refugio al fin del mundo
Porque no habrá para mi más consuelo que sus ruinas
Y la alegría del viento marino, y esta risa, y tus juegos de infancia.

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