miércoles, 5 de octubre de 2005

Cosas Inútiles

“La poesía actualmente es un acto de rebelión, porque escribir es antiutilitario y, por tanto, antiburgués. Por algo se considera locos a los poetas” Jorge Teillier.

Una vez un amigo me dijo que me dejará de hacer cosas inútiles, refiriéndose a mi afán por escribir poesía y exponerla en mi página. No considero su comentario como desatinado, es más, creo que es el sentir de muchos que ven en esto de escribir algo incomprensible, completamente alejado de la realidad, sin sentido. Creo que en cierta medida tienen razón. El quiebre realidad – poesía es duro, el día a día no es precisamente poético con su lastre de rutina y burocracia enajenante, de carga laboral claramente diseñada para no dejar espacio al pensamiento y en el que al final de la jornada sólo deseas evadirte en la maraña televisiva. La era de la información, con su bombardeo de imágenes y datos, desinforman con su exuberancia ( maneras de desinformar son privar de información, tergiversarla o bombardear con ella). Tiempo para la poesía, para nada. Es llamativo que en Chile se escriba tanta poesía sin embargo no sea lea tanto. Chile, autodenominado (sin mucha originalidad) “país de poetas”. El trabajo de Nicanor Parra en este sentido es interesante, pues está dirigido a quebrar con dicha dicotomía y amplia el espectro poético hacia el lenguaje coloquial. Sin embargo, la poesía de Parra me produce sentimientos contradictorios: admiro su trabajo, su ingenio, su desenfado, su ironía, el traer aires nuevos a la poesía, el trabajo literario tras su obra, sus “artefactos”, etc. Pero a veces su poesía y sobre todo la de algunos de sus malos seguidores me parece “muy de estos tiempos” por llamarlo de algún modo, lo que desde algún punto de vista es positivo (mucha gente hoy se ha acercado a la poesía leyendo a Parra) pero por lo mismo la siento contingente, promotora de un status quo, de un nihilismo en cuanto no aporta “alma” necesaria en tiempos de desesperanza. El escepticismo e ironía postmoderna encuentran eco en gran parte de sus poemas, pero hay nuevas generaciones que desean además rebelarse aunque sea utópicamente de las garras del utilitarismo de la sociedad actual.
En relación con esto último y mi afán por escribir podrían decirme “escribes para sentirte bien, como purga y entonces es servil a tu grado de enajenación” algo así como “¿por qué en vez de escribir mejor vas al psiquiatra?” pero aún esa visión, (que creo parcial) no explica plenamente la opción por ese medio. Me valgo de la poesía como instrumento de mi espíritu, lo que creo legítimo, no del mercantilismo. ¿ Y por qué la poesía? Porque siento una necesidad de lo sagrado, de lo trascendente y el camino poético resulta más cercano a ella. Como hace ya muchos años abandoné conscientemente la religión me vi preso de un escepticismo asfixiante. No estoy para eso. Tampoco aspiro a convertir lo material en mi becerro de oro. Por ello simplemente huyo a través de los versos hacia mi íntimo dolor, lo expongo descarnadamente, mordiendo mi vergüenza, porque quién se expone y muestra sus entrañas es más frágil aún. Detenerse en esa fragilidad en un mundo que vive huyendo de sí puede parecer incomprensible, sin embargo, me es necesario para observar mi raíz humana, mi esencia perenne porque tiene su origen en los albores del hombre, en su ser. Y no en un afán de puro masoquismo, sino de purificación, como los penitentes en busca del éxtasis, de la comunión con lo divino que pervive en el hombre.
Es posible que lo que acabo de expresar sea inútil pero es consustancial con mi manera de ver mi existencia. Como todo hombre de estos tiempos vivo estresado, trato de cumplir mis deberes, también me relajo y vivo momentos de alegría y de tristeza. Pero no me basta con eso, hay siempre algo no resuelto, silenciado día tras día y que me acosa cuando delineo un poema. Mis poemas probablemente carezcan de mayor valor literario pero forman parte de mi visión aunque escribir poesía puede resultar contradictorio con otros ámbitos de mi vida. Pero es mi pequeña rebelión, el objeto final no es la poesía sino más bien ella es el medio del que me sirvo. Si ello es de locos, puede ser: pero está ahí, para bien o para mal, me conduzca al rechazo o a la comprensión, al infierno o a la salvación.
A fin de cuentas “no importa ser buen o mal poeta, escribir buenos o malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano, luchar contra el universo que se deshace...” (Teillier). Yo digo humildemente: "en tiempos del abismo bien cabe alumbrar con el calor de unos huesos tendidos al sol, de mi sangre vanamente ennegrecida, con besos lanzados al aire en busca de labios henchidos de viento, aunque se pierdan en la estación de lo tangible esperando su ocaso de estéril dulzura".

1 comentario:

Laussel dijo...

creo has expuesto en parte lo que a mi igual me sucede .
yo no podria decirte " cambia a la poesía por el psiquiatra o psicólogo " , si no mas bien lo contrario , y lo digo desde dentro del gremio .
además es lo que espero decirle a aquellos infortunados que lleguen a mi , " cambiame a mi por poesía " .